EL ALFABETO LATINO

 El alfabeto griego llegó a Italia alrededor del siglo VIII A.C. Se dice que los romanos tomaron su alfabeto de los etruscos, que vivían en la costa oeste de Italia antes de que Roma existiera.


Los etruscos, a su vez, adaptaron su alfabeto del griego occidental, que a su vez venía del alfabeto fenicio. Así nació el alfabeto etrusco, unos 700 años antes de que los romanos lo adoptaran.

Un dato curioso es que un tipo llamado Spurius Carvilius, allá por el 250 A.C., creó la letra G para reemplazar la Z griega, que a los romanos no les servía para mucho.


En el 405 A.C., se hicieron las 12 Tablas de la Ley, un intento oficial de poner orden en las letras.

Después, las letras empezaron a tallarse en piedra, con unos trazos llamados seritas que dieron forma al alfabeto romano clásico.

En el siglo II A.C., los romanos decidieron añadir las letras Y y Z al final del alfabeto para poder decir palabras griegas con más facilidad.

La forma de las letras ya estaba clara para entonces, y se empezaron a grabar en monumentos antes de trazarlas.

Así nació el estilo Capitalis Monumentalis, con letras simples y proporciones bonitas.



Desde el siglo I, la escritura se puso de moda en todo el imperio, usando madera, papiro y otros materiales para escribir. También se inventó la Capitalis Rústica para escribir cosas oficiales.

Durante la Edad Media, se añadieron tres letras más al alfabeto, hasta llegar a las 26 que usamos hoy en inglés. La J vino de la I, y la U y la W son variantes de la V. La W se empezó a usar para unir dos letras, y así nació.

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